lunes, 9 de agosto de 2010

Todo Se Hizo Uno.


Fue muy sencillo y, en realidad, empezó antes de producirse. La noche anterior, justo antes de disponerme a dormir, me senté al borde de la cama y pensé lo siguiente. No fue un gran pensamiento ni una gran visión, sino algo muy sencillo, totalmente fuera de contexto respecto a lo que me estaba pasando en ese momento. Pero tuve un pensamiento que decía: “Estoy preparado”. Lo sentí literalmente, en cinco segundos lo sentí. Y me dispuse a dormir, aunque la sensación de “Estoy listo” era muy plena y simple. No se trataba ni de la mente ni del ego diciendo: “Estoy preparado, listo para atravesar las puertas”. Fue un instante sencillo, inocente, como un regalo. Un hecho. Solo un pensamiento: “Estoy listo”. Y no le di mas vueltas. No captó mucho mi atención, aunque si fui consciente de él. Así que me dispuse a dormir.


Al día siguiente me desperté temprano. Iba a ver a mi maestra, y en esas ocasiones solía levantarme pronto para meditar un poco antes de ir a verla. No estaba pensando nada en concreto, simplemente me senté y a los treinta segundos oí un pájaro. Un simple gorjeo. Y surgió una pregunta, más de las tripas que de la mente, que no había oído nunca, que no había usado nunca. La pregunta que surgió espontáneamente decía: “¿Quién esta oyendo este sonido?”. Y cuando surgió la pregunta, todo se volvió del revés, o se quedo patas arriba. En ese momento el pájaro, el sonido y el oído se hicieron uno solo. Tuve, literalmente, la experiencia de que todo era lo mismo…….el oído no era más yo, más que el sonido o que el pájaro o que cualquier otra cosa. En un instante, de forma muy repentina, todo se hizo uno.


A continuación percibí el pensamiento. Estaba tan lejos que ni siquiera sabía de que trataba. Pero había pensamiento y podía darme cuenta, de que yo no era eso. Eso es pensamiento. Y lo que se despertó, lo que estaba despierto, no tenía nada que ver con ese pensamiento que simplemente acontecía. Eran dos cosas totalmente distintas. En el pensamiento no había ninguna identidad. Así que al cabo de unos minutos me levanté. Y, literalmente, a mi mente le venían ideas como de un niño de cinco años. Muy curioso. “Me pregunto si estoy en el horno”, pensé. Así que fui corriendo a la pequeña zona de cuarto de estar y cocina y, sin lugar a dudas, el horno era esto. Me dirigí corriendo al baño y mire el inodoro, pues estaba intentando encontrar algo que no fuese nada espiritual, y pensé: “Demonios, el inodoro es esto”. Abrí la puerta del dormitorio, miré en su interior y vi a Annie, mi esposa, que estaba durmiendo, y me dije: es ella. Ella es esto, y es igual. Seguí andando por nuestra casita de 137 metros cuadrados, en la que habíamos vivido durante seis años y medio, miré la casa por todas partes y todo era esto, todo era lo mismo.

Así que ahí me encontraba yo, curiosamente carente de emoción alguna. No experimente ningún ¡Bravo! Ni ¡Oh, Dios mió!. Nada de eso. Lo veía todo perfectamente claro y no lo confundía con ningún estado de la experiencia, pues no se trataba de ningún estado. Entonces di unos pasos por el cuarto de estar, pues podías recorrer su largo en tan solo unos pasos, y la conciencia se despertó por completo en esos pasos. No lo puedo describir fácilmente, pero estaba totalmente separada del cuerpo, totalmente separada. En ese momento vi una serie de imágenes y lo supe, lo que estaba despierto supo de inmediato que me había quedado atrapado en esas imágenes, a las que podríamos llamar encarnaciones. Yo me creía eso. Estaba dormido en esas imágenes, podía ver con claridad que yo no era eso. Ya no seguía atrapado en ellas. No estaba confinado por ninguna de esas formas, ni siquiera por la actual. Y veía que la forma actual no era mas importante o real que la de hace cincuenta vidas. Y ahí estaba esta conciencia, sin más, solo ella. Ninguna forma, ningún perfil, ningún color, nada. En ningún sitio pero en todas partes.

Y en ese momento supe que aunque esta conciencia lo era todo, también estaba por encima de todo. Que aunque esto despareciese del todo, aunque desapareciesen todas las formas y todo lo que veía, esto no quedaría reducido, ni siquiera un poco.

Así es, básicamente, como se produjo mi despertar.


Adyashanti.

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